sábado, 17 de mayo de 2025

La Ciudad de las Sombras Rojas

La Ciudad de las Sombras Rojas

En la ciudad de Nereth, las luces nunca se apagaban. Siempre había un tenue resplandor rojizo que bañaba las calles empedradas, como si un crepúsculo eterno abrazara el lugar. Los habitantes se habían acostumbrado a vivir bajo esa luz que teñía sus días y sus noches con un aire de misterio y nostalgia.

Elian era un detective privado con un pasado tan oscuro como las sombras que recorrían Nereth. Había llegado hacía años buscando olvidar una tragedia personal, pero la ciudad lo había atrapado en su laberinto de secretos.

Una tarde lluviosa, cuando las gotas golpeaban con insistencia las ventanas de su oficina, apareció una mujer envuelta en un abrigo negro. Tenía ojos profundos y una voz suave que parecía esconder un suspiro. En sus manos sostenía una carta escrita con tinta roja, con un poema que terminaba con una única frase:

"Busca en las sombras, porque allí reside la verdad."

La mujer se llamaba Isla, y había desaparecido hacía semanas sin dejar rastro. Nadie sabía por qué ni dónde, salvo por esa carta misteriosa.

Elian aceptó el caso, intrigado y quizás porque, sin saberlo, buscaba respuestas que iban más allá de un simple misterio. Empezó a investigar, recorriendo callejones, tabernas y rincones olvidados por el tiempo. Cada pista que encontraba parecía desvanecerse al instante, como si la ciudad jugara con él.

Pronto, descubrió algo inquietante: Nereth no era una ciudad común. Las sombras que cruzaban las paredes parecían tener vida propia. Y Isla, según relatos de algunos viejos del lugar, podía caminar entre esas sombras, desaparecer y aparecer a voluntad. Decían que ella había aprendido a manipularlas, a ocultarse en ellas, como si formaran parte de su esencia.

Una noche, bajo la luz roja del farol de la plaza central, Elian sintió una presencia. Entre las sombras, apareció Isla, con una mirada llena de miedo y esperanza.

—Me han estado siguiendo —confesó—. Hay cosas en Nereth que no deben ser descubiertas.

Ella le contó entonces de un secreto ancestral, un poder antiguo que la ciudad guardaba bajo su superficie, una sombra más profunda y peligrosa que podía devorar todo lo que amaba.

Elian sintió que la verdad pendía de un hilo y que sus vidas estaban entrelazadas con esa sombra, al borde de un abismo donde la confianza era un riesgo mortal.

Sin embargo, entre la incertidumbre y el peligro, nació un sentimiento sincero, un amor frágil que brillaba incluso en la penumbra de Nereth.

Ambos sabían que el misterio que los unía podía destruirlos, pero también que sin esa conexión, perderían la única luz verdadera en esa ciudad de sombras rojas.

Juntos decidieron enfrentar la oscuridad, dispuestos a descubrir la verdad y proteger lo que quedaba de sus almas en una ciudad que nunca dormía, donde cada sombra susurraba un secreto que podría cambiarlo todo.


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